10 abril de 2008
Pues sí, en ello andamos, el variable tiempo primaveral nos trae lluvias, viento, calor, porque los días, aunque desagradables, sobre todo si toca hacer series, ya no son fríos, por lo menos en Madrid, si acaso frescos, se agradece la lluvia esos días de rodaje, salvo por el barro de los caminos, pero que más da mojarse por completo durante 30, 40, 50 minutos para luego llegar al vertuario, cambiarse por completo y una vez seco continuar con lo que toque como si no hubiera pasado nada, no hubieramos entrenado, no nos hubiéramos mojado.
Estos días, y más en la parte de la temporada en la que me encuentro, que aún no estamos exprimiendo el limón en los entrenamientos, sólo cuestas, ritmo, cambios, gimnasio, multisaltos, pesas, rodajes, no hay presión por los tiempos, por ahora, no como mis compañeros Tete y Ricardo que tienen este fin de semana la Challenge en Turquía, espero que les salga bien y estén en las mínimas olímpicas, aunque Ricky lo trendrá más difícil, para él sub28 minutos es terreno inexplorado en los 10.000m en pista.
Pero como decía, días de lluvia, pero lluvia primaveral, en los que se puede ir con poca ropa, no como en invierno, poca ropa porque no hace frío y la humedad y el bochorno hacen el resto, poca ropa porque cuanto más ropa, más calado y más pesado se siente uno, con un pantalón corto y una manga larga, técnica, para quitar las malas sensaciones del viento, se puede entrenar de maravilla, como ayer, en el parque del Retiro, por la tarde, con Amayita, y es que, aunque nos costara arrancar, al final se nos hicieron cortos los 55 minutos de rodaje desde su casa, hasta el Retiro, una vuelta de 5km y otra de 3km para volver por el mismo camino.
El cielo encapotado, las nuves corriendo como si les fuera la vida en llegar a ningún sitio, la lluvia, intermitente, a veces suave, a veces grandes gotas que empapan, pero sin frío, nada desagradable, el terreno mojado, pero transitable a pesar de los riachuelos que crecían con la lluvia por todas partes, y los charcos, pero que más da con los pies ya empapados. Al enfilar alguna recta del Retiro parecía que se hacía de noche de golpe, pero la vista se acostumbraba pronto y se veía todo con mayor nitidez, los colores y los olores.
La verdad es que es uno de esos días en los que uno recuerda por qué le gusta correr... y por qué le gusta correr lloviendo... correr para evadirse, siempre me traen a la memoria esos mismos días en Cáceres en los que bajaba a la Ciudad Deportiva, sólo para rodar, pero sabía que no sólo era para eso, me ponía en marcha, pantalón corto, camiseta de manga larga y, entre la lluvia de primavera, en un día parecido al de ayer, me lanzaba pr el camino de la Cantera, subía a la Montaña de Cáceres, cerca de las antenas, y allí, desde un risco, en lo más alto de la montaña, me detenía, solo, durante unos segundos, antes de empezar a sentir frío, disfrutaba observando la ciudad de Cáceres, la planicie hacia Trujillo, las dehesas hacia la carretera de Miajadas y Mérida, todo con mucho relieve, con colores intensos aunque no brillantes, con mucho olor. Esos rodajes acababan siempre a toda pastilla, no sólo por la bajada, sino por las buenas sensaciones, físicas y mentales. Eran como un paréntesis, una recarga, aquí en Madrid la Sierra cae muy lejos para una escapada, la Casa de Campo está muy transitada, pero ayer en el Retiro recordé esas sensaciones, sólo me faltó quedarme sólo y dar una vuelta más a toda pastilla, pero bueno, me guardo esas fuezas para esta tarde que tenemos entrenamiento fuerte dentro de una hora.
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